viernes, 13 de abril de 2018

Ensayo y error

Por @josoclasputnik

La mayoría de las veces me quedo pensando en la dificultad que tenemos los seres humanos para comunicarnos. Me quedo pensado en mí y en esta "discapacidad". De niña, a cierta edad, yo dejé de comunicarme. Comencé a escribir. Siempre escribí: cartas, cuentos, notas. Muchas veces mis profesores de la primaria me reprendían por lo que escribía, por tanto, la discapacidad aumentó. Sin embargo, comprendí que la palabra tenía poder, incluso sin saber usarla del todo. 

Me acuerdo de mi cuaderno donde reescribía canciones, hacía cuentitos para mí o me escribía que era mala para todo. 

Llenaba cuadernos. Enviaba cartas que no tenían respuestas, textitos que jamás serían publicados, reproches cuya respuesta era la mía y sólo para reforzarlos. 

A veces pienso que nuestro sino está marcado de modo tal que, directa o indirectamente, hacemos algo que nos lleva adonde pertenecemos. No sé si escribir sea mi destino. Muchas veces me he soñado haciendo varias de las cosas que quiero, pero fuera del mundo onírico, a mí lo que me pasa es que tengo miedo. Infundado o no, pero miedo al final. 

Con los años aprendí a escribir para mí misma, total, soy mi peor juez y parte. Hay ocaciones en las que gusta a otros, pero nunca a mí. Escribir es desprenderte de una parte de ti, yo dejé mucho de mí en esas libretas de la infancia, en lo que guardo en las notas del móvil y lo que nunca he escrito o temo hacer. 
Ensayo y error, escribir y borrar. 

Pienso en las caras de quienes me leen mientras lo hacen. Intento imaginar la mía cuando encuentro un error después de haber escrito algo, incluso en el momento de querer borrar todo, después de ensayar y fallar, de nunca lograr. 

Escribir, leer(te), borrar... esos ejercicios difíciles, esos ejercicios donde, de un modo u otro, dejas algo tuyo. 



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