martes, 3 de julio de 2018

invasión del pensamiento rupestre y la fuerza del mezquino contra nadie

Por @cumbiabich


´Ser o no ser siendo lo que uno es, es ser como el otro mismo. O una cosa y la otra no son la misma ni son distintas cuando vienen de la otra que fue la misma. Donde uno es y dos están, están los otros según parece y alzan la voz de que aún están.´


Anónimo--

Mi vida ha cambiado. Siento que ya no soy el mismo. Si antes me costaba aceptar ciertas decisiones que no iban conmigo, ahora las busco para sentirme mejor.

Le platiqué esto a un amigo y me dijo que es por la edad. Que es normal y que me acostumbraré porque más adelante tal vez hasta extrañe sentir el deseo de ver programas de tv retro, desos chismes nacos.


Pero la neta si va tener razón no sé si vaya poder soportarlo. Aguantar la magnitud de estos programas no sé qué pasaría conmigo.

Anoche lo estuve analizando antes de dormir y por más que buscaba para ver la razón daba con nada. Hasta que recordé que dichos cambios comenzaron hace aproximadamente un año, cuando tuve un suceso por demás peculiar.


Fue en la calle juárez donde encontré un sobre cerrado con una carta dirigida a victoria solís de parte de un anónimo según ahí decía, y del cual a un lado tenía un signo color azul con gris como en el medievo.

Lo extraño no fue encontrarme la carta sino que al recogerla y sin haber absolutamente nadie a mi alrededor, de repe apareciendo de la nada, pasó lentamente un carro color fiucha en el que un sujeto riéndose me enviaba la buena vibra con su mano izquierda con su dedo pulgar arriba.

La carta decía: "Suerte; te vas con cuidado. Y no aceptes ofertas de gente extraña ni desconocida aunque de por medio estén unos kranky o boligomitas. Y si el tatuador te ofrece un precio más barato, no lo aceptes, porque puede ir de por medio una infección alienígena. Acuérdate que éstos pagan a los tatuadores para conseguir seres como tú, que estás en edad, la que buscan, y que un chingo que pagan. De todas formas ahí hay espías nuestros y a veces logran evitar este tipo de sorpresas.

Cuida tus alas y en la calle exagera tu protección lo más posible. Ya que estarás sola y no habrá nadie más que te cuide. Insisto: si alguien te genera confianza y le deseas mínimo hacer una pregunta sobre alguna dirección, abstente de eso porque más vales perdida, y si es así, piérdete y tardas en llegar, es mejor eso a que te tengan capturada en lugares llenos de comensales.

También no cargues la llave de la casa, déjala abajo del tapete o enterrada en la maceta.

Porque si te llegasen atrapar es mejor que lo hagan sin la llave. Suena duro secundarte pero es difícil conseguir gente como tú, pero más, conservar un lugar limpio y seguro, libre de animalitos espías.

En cuanto a mí yo espero pronto salir de aquí.

Tres días llevo aquí y ya me hicieron la base. Sólo me faltan los rayos y las luces, aunque pensé que sería al revés.

Adelante de mí hay diecinueve personas e imagino que en menos de un día ya estaré libre.

Si no pasa nada malo te veo mañana por la noche para elaborar el siguiente plan y completar el grupo en el que sólo faltamos tú y yo.

Cuídate mucho, querida ________, e inyéctate la metusta y duerme bastante bien para que cuando salgas a la calle traigas los ojos al cien pero despistadamente ¿va?

Hasta mañana."

Esta carta lo define todo. Hace más de un año fui adicto a los kranky pero lo dejé bajo amenazas de mi doctor psiquiatra que no paraba de decirme "pinche obsesivo, puños, pretendes ser como tu hermano mayor y lo único será alejarte de él como los demás, pinche vida insípida y aburrida".

Conforme pasó el tiempo lo fui dejando, a los kranky no al doc, las ganas de seguir comprando kranky en la tiendita de la esquina se transformaron en unas sponch. Y así me fui deprimiendo más y más. Y a cambio de eso el psiquiatra me alentó a consumir cerveza.


Cosa que obviamente hice porque necesitaba consumir algo, porque caí en cuenta que era lo más saludable. Si no hubiese sido por el doc no hubiera salido de ese ritmo de vida rodeado de kranky, kranky y kranky.
Incluso tal vez ahora ya no lo estuviera ni contando.

Y pues ahora en cambio paso más tiempo con mi hermano. Él se hizo compulsivo y no pudo dejar el kranky. Así que me encargo de él y lo cuido cinco veces por semana y eso me ha hecho más felíz.

Pero volviendo a lo de la carta hay algo que me falta decirles. Y que ya sé por qué tuve estos cambios en mi vida. Es algo que no había confesado porque pensaba que era intrascendente, sin ninguna importancia pero ya no. Ya me di cuenta ahorita.

Estoy por cumplir un año que trabajo en una empresa que me pagan por regalar pruebas de kranky a la gente en la calle. Y si a mi jefe, que me vigila desde unos dosmil metros de distancia desde un alto edificio, le parece que alguna de esas personas pueda tener muy buen potencial, le dispara con una escopeta de rayos láser y lo inmoviliza para que se los lleven en un carro color fiucha.



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Sueño ligero