domingo, 23 de septiembre de 2018

Aún no llega octubre y el corazón ya tiene fisuras




Aún no llega octubre y el corazón ya tiene fisuras.

Derramaste mis lágrimas sin importan que tan triste era dejar mis ojos en la sequía.

Caminaste tan rápido como pudiste y sin tener que darme la espalda ya me habías dejado atrás.

Dejaste de quererme antes de conocer la sonrisa que tu presencia plasmaba en mi rostro, saliste tan rápido por la puerta de emergencia de tu propia imaginación.

Mi piel no fue suficiente para abrigar tu alma, y curtirla era algo que no merecías.

Mi paciencia dejó de conocer límites y el amor propio se alejó con cada mentira que dijiste y que claro, yo siempre creí a costa de tu poca lógica.

Y sin en cambio te recuerdo entre sueños de ojos abiertos, te maldigo entre labios cerrados por el quiebre de mi voz al mencionar tu nombre.

La locura se extinguió, la cordura enfermó a mi pequeño corazón.
Qué fácil es el abandono cuando es uno el que se va...


miércoles, 5 de septiembre de 2018

Cima nocturna

Por @Annberbiz


Ausente el descanso, me pierdo entre  paredes  mudas y que hablan en voz de  pintas furtivas.

Y ahí, en donde la extensa plasta negra sobre la tierra que recibe mis pasos  bifurca su lengua,

tres ángeles luminosos, celosos del tiempo, muerden el ansia de  los motores.

El mundo se gira para el otro lado, ese que  despierta entre  huecos,

el que se cansa de las miradas, la carne y  sus pecados;

y sin conciliar los sueños, con el deseo de vivirlos,

se sabe muerto y libera sus fantasmas:

dos notas en una noche de neón,

un momento para ser,

para estar alerta,

sentidos,

noche,

tú.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Marchas y retornos

Por @cumbiabich


"Equipado con sus cinco sentidos,
el hombre explora el universo que lo rodea y a sus aventuras las llama ciencia"
Hubble
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Vale madre la felicidad cuando te conoce.
Cuando crees que el control pueda ser sujeto por tu experiencia.

Porque aunque sea nueva por naturaleza, hay otras influencias mundanas que modifican los tratos iniciales. 


A ti que eres cualquier sujeto con condición de desencanto, del descorazón, o esa linda contraparte. 


Donde siempre tiene el tiempo de amargarnos, como un no me enteré, portador de alacranes negros. Espantamomentos. 


Moralizando y viendo, que esto es bueno o no, sin la covincencia prohíbes y censuras.
Por el legado que nos fue atribuído.


Y envías lejos, donde quizá sí, quizá no, pero que son escenarios recordados por el ímpetu enraizado.
Y que ahí es a veces donde amanecemos. 


Porque contigo uno siempre está en diagonal en construcción. La deriva oculta.


Brindas desconcierto, plaga del toc también participas. 


El último eslabón de las decepciones del círculo completo. 
En el rosario de desencuentros. 


Partiendo lejos una y otra vez. 


Nublados de la vista en la tarde reseca.
En los atardeceres colores pastel.


Y que la noche parte con estadías vagabundas y nos abriga. 
Las metáforas volviéndose reales. 


Brincos añales de egolatría. 
La sumisión de los derechos que no debieran justificarlo.



sábado, 1 de septiembre de 2018

A veces mordidas

Por la pinche Lluviedad

Hace como dossstrés noches te estuve cantando de memoria hasta dormirme.
En ese momento fue inconsciente mi repaso de ti, un cantarte casi mudo, pero ahora que te escribo me llena, me inflama la exaltación con que te entonaba recién te aprendí.
Desperté con mis dedos desafinados repasando las partes de mi piel donde tus labios me cantaron besos.
Tu cuerpo era esa canción que emociona y se nos sale a gritos; me dejaba guiar por su melodía, las subidas y bajadas que armaban tu cintura, tus pechos, tu cuello, y repasaba tus labios como estribillo delicioso que permanecía como música de fondo de todo lo que hiciera en los días siguientes.
Nos cantábamos mutuamente con el mismo entusiasmo, a veces en voz bajita como empieza el mar, vaporoso, y poco a poco nos íbamos cantando más y más profundo; ensayábamos llegar a esa nota altísima, extática, buscando siempre crestas de olas más altas.
A veces el clímax era bajito, a veces a voz en cuello, pero siempre gustábamos de cantarnos, decantarnos, encantarnos, diría, pero ya sería mucho empalago… aunque sí.
Nos habremos cansado en algún momento, toda canción favorita repetida, rerrepetida, rerrerreiterada llega a hastiar, pero siempre vuelve a emocionarnos igual, era nuestra ventaja sobre la costumbre.
Siempre volvía el sonsonete húmedo y fácil de tus dientes en mi cuello, versando cada centímetro que entonces se convertía en metro, en kilómetro hacia el cielo y hacia dentro.
Y ya nunca son tus labios, y ya nunca será tu lengua, son mis dedos incompetentes, desafinados, fuera de tiempo, secos, sin voz, sin vos, que se avergüenzan al sorprenderse tratando de cantar tu canción en mí, y rápido improvisan y rascan una comezón inventada, masajean calmando una preocupación que no hay.
De las potentes descargas que sentía en el pecho, en el estómago, en el vientre, con esa vieja canción, ahora quedan apenas unos toquecitos tímidos, tibios en quiénsabedónde, no se puede ni ubicar.
Y aunque estas ganas de gritarte no se van por más que intente cantarte como antes, apenas alcanzo a tararearte ya.

Sueño ligero