lunes, 1 de octubre de 2018

Ciencia fricción

Caricias que se desvanecen instantáneas.
Caricias que se ocurren pero no ocurren.
Que correrían dichosas la tela que también te es caricia, para recorrer ese espacio de piel que se asoma cuando tu blusa respira.

Caricias que yo qué, caricias que ya qué.
Que no te bajarían el cielo todo porque pa' qué quieres eso (jajaja, saludos), pero sí hilitos de nube que también se desvanecerían instantáneos pero sobre tu piel.

Caricias en tus muslos.
Caricias entre tus muslos.
Caricias entre nuestros muslos.
Caricias que yo ya qué.

Caricias que me especializarían en colores.
En tus colores, en tus mil crepúsculos, en tus dos mil flores.
Que esperaste y que le quedamos a deber a tu espalda.
Que le quedamos a beber a tu vientre.

Caricias de lejos que de todas maneras no iban a existir por ese jueguito de la energía entre átomos y de todas maneras nunca nos íbamos a tocar.
Imposibles desde siempre.
Caricias que vengo a escribir porque con alguna acción, aunque simulada, se tienen que materializar, porque las tengo que soltar.

Pero, peropero.
Caricias que aquí te esperan.

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Sueño ligero