domingo, 22 de julio de 2018

Recuerdos en mil noches.


Recuerdos en mil noches.
Su presencia sacudía más allá de todo el universo, tenía la mirada más triste que había visto y mirarle alegraba tanto mi ser, humedecía mis desiertos y mis más perversos pensamientos.
Moríamos con el sol y despertábamos con el calor de nuestros cuerpos enredados en el deseo de permanecer juntos por siempre.
Debajo de un cielo gris con olor a alquitrán sus manos me enseñaban a ver la vida con cada detalle de miseria, y no, no era pesimismo, era realidad.
Canciones extrañamente hermosas sonando de fondo mientras los subterráneos seguían su camino, desde el oriente hasta el poniente sin hacer paradas en Torreón.
Un beso por letra, de letra en letra mis labios conocieron la calma mientas mi cuerpo y mente se fundían al calor de un sólo caos, el suyo.
El intercambio de amor permanecía entre el cielo y nuestro infierno, somos lo que nadie quiere y por eso nos queríamos.
Su recuerdo vive en la oscuridad de mis párpados y debajo de un paraguas donde no caminará más abrazado a mi cintura con el pretexto de un espacio pequeño.
Es cierto, vivo de recuerdos pero también muero con ellos...
Ayded HDiaz.


Ayded HDiaz.


jueves, 5 de julio de 2018

Un instante

Por @Annberbiz 


¿Cuánto espacio, tiempo y materia han confluido para traerme hasta aquí? Anidada en el sofá sólo presente está su cuerpo mullido, que le resta protagonismo a la cama tranquila que se afila en la habitación con paredes que suplican una mano de pintura. El problema entre mi cama y el sofá vino con la enfermedad del tiempo. En mi habitación soy extranjera, el televisor ataca a discreción cuando él no se decide por uno o por otro, la vida sucede aquí, habla con mi ojos pero no con mi voz y el insomnio es un documental sobre instrumentos de cocina. 

Para él soy más que un cúmulo de imágenes que inhiben naturalidad. Soy otra pieza de rompecabezas que él ni siquiera sabía incompleto. Escribe para darle forma a un universo que no claudica ante sentimientos elementales que gravitan en la complejidad, me inventa en diferentes lugares y ciudades, me rebusca en sus días grises, en sus andamios sin apuntalar, lugares que no termino de imaginar.

No logro descifrar que lugar ocupo aquí, el suelo es un mar con olas bravas, navego a las orillas de este sofá que me recuerda a mí  que revive un sueño que germinó hace años, una mirada a mis patios traseros donde la conciencia y la memoria me llevan a la sombra de aquel árbol de hace décadas atrás. 

Pensaba en metáforas que se fundían con la bilis de la ciudad. Podía sentir poemas que cobraban forma, junto con universos y miedos que salían en mí. Ahora, él, sólo es un instante mientras preparo líneas de defensa y suministros que se han vuelto inminentes en el sofá. 

martes, 3 de julio de 2018

invasión del pensamiento rupestre y la fuerza del mezquino contra nadie

Por @cumbiabich


´Ser o no ser siendo lo que uno es, es ser como el otro mismo. O una cosa y la otra no son la misma ni son distintas cuando vienen de la otra que fue la misma. Donde uno es y dos están, están los otros según parece y alzan la voz de que aún están.´


Anónimo--

Mi vida ha cambiado. Siento que ya no soy el mismo. Si antes me costaba aceptar ciertas decisiones que no iban conmigo, ahora las busco para sentirme mejor.

Le platiqué esto a un amigo y me dijo que es por la edad. Que es normal y que me acostumbraré porque más adelante tal vez hasta extrañe sentir el deseo de ver programas de tv retro, desos chismes nacos.


Pero la neta si va tener razón no sé si vaya poder soportarlo. Aguantar la magnitud de estos programas no sé qué pasaría conmigo.

Anoche lo estuve analizando antes de dormir y por más que buscaba para ver la razón daba con nada. Hasta que recordé que dichos cambios comenzaron hace aproximadamente un año, cuando tuve un suceso por demás peculiar.


Fue en la calle juárez donde encontré un sobre cerrado con una carta dirigida a victoria solís de parte de un anónimo según ahí decía, y del cual a un lado tenía un signo color azul con gris como en el medievo.

Lo extraño no fue encontrarme la carta sino que al recogerla y sin haber absolutamente nadie a mi alrededor, de repe apareciendo de la nada, pasó lentamente un carro color fiucha en el que un sujeto riéndose me enviaba la buena vibra con su mano izquierda con su dedo pulgar arriba.

La carta decía: "Suerte; te vas con cuidado. Y no aceptes ofertas de gente extraña ni desconocida aunque de por medio estén unos kranky o boligomitas. Y si el tatuador te ofrece un precio más barato, no lo aceptes, porque puede ir de por medio una infección alienígena. Acuérdate que éstos pagan a los tatuadores para conseguir seres como tú, que estás en edad, la que buscan, y que un chingo que pagan. De todas formas ahí hay espías nuestros y a veces logran evitar este tipo de sorpresas.

Cuida tus alas y en la calle exagera tu protección lo más posible. Ya que estarás sola y no habrá nadie más que te cuide. Insisto: si alguien te genera confianza y le deseas mínimo hacer una pregunta sobre alguna dirección, abstente de eso porque más vales perdida, y si es así, piérdete y tardas en llegar, es mejor eso a que te tengan capturada en lugares llenos de comensales.

También no cargues la llave de la casa, déjala abajo del tapete o enterrada en la maceta.

Porque si te llegasen atrapar es mejor que lo hagan sin la llave. Suena duro secundarte pero es difícil conseguir gente como tú, pero más, conservar un lugar limpio y seguro, libre de animalitos espías.

En cuanto a mí yo espero pronto salir de aquí.

Tres días llevo aquí y ya me hicieron la base. Sólo me faltan los rayos y las luces, aunque pensé que sería al revés.

Adelante de mí hay diecinueve personas e imagino que en menos de un día ya estaré libre.

Si no pasa nada malo te veo mañana por la noche para elaborar el siguiente plan y completar el grupo en el que sólo faltamos tú y yo.

Cuídate mucho, querida ________, e inyéctate la metusta y duerme bastante bien para que cuando salgas a la calle traigas los ojos al cien pero despistadamente ¿va?

Hasta mañana."

Esta carta lo define todo. Hace más de un año fui adicto a los kranky pero lo dejé bajo amenazas de mi doctor psiquiatra que no paraba de decirme "pinche obsesivo, puños, pretendes ser como tu hermano mayor y lo único será alejarte de él como los demás, pinche vida insípida y aburrida".

Conforme pasó el tiempo lo fui dejando, a los kranky no al doc, las ganas de seguir comprando kranky en la tiendita de la esquina se transformaron en unas sponch. Y así me fui deprimiendo más y más. Y a cambio de eso el psiquiatra me alentó a consumir cerveza.


Cosa que obviamente hice porque necesitaba consumir algo, porque caí en cuenta que era lo más saludable. Si no hubiese sido por el doc no hubiera salido de ese ritmo de vida rodeado de kranky, kranky y kranky.
Incluso tal vez ahora ya no lo estuviera ni contando.

Y pues ahora en cambio paso más tiempo con mi hermano. Él se hizo compulsivo y no pudo dejar el kranky. Así que me encargo de él y lo cuido cinco veces por semana y eso me ha hecho más felíz.

Pero volviendo a lo de la carta hay algo que me falta decirles. Y que ya sé por qué tuve estos cambios en mi vida. Es algo que no había confesado porque pensaba que era intrascendente, sin ninguna importancia pero ya no. Ya me di cuenta ahorita.

Estoy por cumplir un año que trabajo en una empresa que me pagan por regalar pruebas de kranky a la gente en la calle. Y si a mi jefe, que me vigila desde unos dosmil metros de distancia desde un alto edificio, le parece que alguna de esas personas pueda tener muy buen potencial, le dispara con una escopeta de rayos láser y lo inmoviliza para que se los lleven en un carro color fiucha.



domingo, 1 de julio de 2018

Cumpleañera

-Por La Pinche @Lluviedad


De seguro tú también la has visto.
La identificas como esa mujer que en sus danzas y en su jugar, en su caminar, en su habla incluso, parece llevar un mar personalísimo, inmediato e invisible en el que flota, y cada sombra que produce su piel lleva una armonía despacita que, si sabe una perderse bien, le contagia el suspenderse.
Parece flotar.

O también puede que la reconozcas como la fuente de esa mirada en la que seguro te quedaste fijado (o fijada, la verdad), intentando descifrar, o enumerar más bien, qué tanto da: infancia, complicidad, compasión, sugestión, una risa, amor profundo, sabiduría, curiosidad, una exigencia de que te respondas a ti misma y te des todo lo que puedes, que cada vez es más, porque resulta que el magnetismo de esa mirada corresponde justamente a esa acción, mirar, que también ejecuta en niveles y profundidades que a la mayoría nos rebasan. 
Parece esfinge, los misterios del universo en la mirada.

O puede que sepas de ella por su manera de leer estrellas y planetas, y explicarlos con esa sonrisita que se te queda en la memoria inconsciente como una caricia fugaz. 
Parece del cielo.

Quizá la hayas visto en sus trazos materializados en tinta o henna o grafito o pintura que dan cuenta de las flores infinitas, espejos, nudos, peces, mandalas, estrellas, laberintos, cielos o Sailor Scouts que pueblan su mente.
Parece imprimir sus danzas.

Te das cuenta de que es ella cuando ves su espalda o sus brazos, cuando carga en ellos todo su peso, y no quieres distraer la mirada para no perderte el momento en el que de plano le salgan las alas, o de perdis descubrir si tendrá algunos hilos transparentes que le ayuden a levantarse con esas formas.
Parece ficción.

Seguro la has visto a ella, su paz, su dulzura reproducida en la mirada de su hijo maravilloso, su humor, sus tatuajes, su evolución, su sabiduría, su fuerza alimentada y alimentante de la fuerza de su tribu, que a final de cuentas delata que, aunque parezca tanta cosa fantástica es mujer de verdad, formada a pulso, con una constante observancia de conciliar lo que necesita con lo que merece y con lo que desea.

Y bueno, si crees que no la habías visto antes de que estas letras te la dibujaran, piensa en la última vez que miraste la luna y te pareció particularmente preciosa. Así se pone cuando se asoman a verse mutuamente, y se emocionan.

Y una también.

Sueño ligero