Ausente el
descanso, me pierdo entre paredes mudas y que hablan en voz de pintas furtivas.
Y ahí, en
donde la extensa plasta negra sobre la tierra que recibe mis pasos bifurca su lengua,
tres
ángeles luminosos, celosos del tiempo, muerden el ansia de los motores.
El mundo
se gira para el otro lado, ese que
despierta entre huecos,
el que se cansa
de las miradas, la carne y sus pecados;
y sin
conciliar los sueños, con el deseo de vivirlos,
se sabe
muerto y libera sus fantasmas:
dos notas
en una noche de neón,
un momento
para ser,
para estar
alerta,
sentidos,
noche,
tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario