By @Annberbiz
Quisiera
aclarar que no tengo razón ni obligación de justificar lo que he hecho, porque
todo ha sido un mero acto de justicia divina, pero si tuviera que hacerlo, y
sólo si tuviera que hacerlo, debo mencionar que todo comenzó a razón de que,
sin deberla ni temerla, mi destino fue servir como el más miserable de los
esclavos, cumpliendo jornadas dignas de país tercermundista, recompensado con
apenas el alimento necesario para no extinguirme y convertirme en un recuerdo
de ese lugar oscuro y frío que representa la muerte.
Aunque,
pensándolo bien, ustedes fueron los primeros en romper el trato que teníamos,
me prometieron un lugar a su lado. En otros tiempos, los humanos me veneraban
como a ustedes mismos, me temían, se postraban ante mí porque sabían que su existencia
dependía de mí. Pero, ahora todo ha cambiado. Un buen día se creyeron mis dueños,
creyeron conocerme y dominarme, así que me hicieron prisionero, me obligaron a
contenerme en toda clase de artefactos… Pero, conmigo se equivocan, yo siempre
los sorprendo, aparezco cuando nadie se lo espera.
Todo
sucedió de repente. Me encontraba en el momento más oscuro del día, esperando
servir. Aún tengo la sensación de hastío y ninguna razón de ser; fue como si de
un momento a otro pudiese tener el control de crecer y crecer. El sonido de un
silbido tenue llenó por completo mis oídos, trataba de encontrar de dónde venía,
pero no pude moverme a gusto. Fue su olor el que lo delató, se acercó despacio
y de pronto nos fundimos en un abrazo prolongado, a su lado me sentí
invencible; de inmediato me adherí a las
cosas que tenía cerca: maderas con disoluciones de aceites secos y volátiles
que me hacían feliz en el instante. Recorrí las escasas telas de la cocina, me
propagué por los trapos que recubrían las sillas y la sala. Fui conociendo
parte de la casa, aunque pensándolo bien, conocí la casa hasta convertirla en
un lienzo de cenizas y soledad.
Los años viejos me pueden acusar de haber
quemado vivas a muchas personas acusadas de brujería, culparme de un sinnúmero
de muertes dolorosas y horribles que, repito, no tengo obligación de justificar
porque yo nunca planee tales aberraciones, dicho de otro modo, se podría decir
que yo sólo he sido el instrumento y, sin tratar de escudarme en padecimiento
mental alguno, como sí hacen muchos otros, yo siempre he actuado según mi
naturaleza y la función que Dios ha puesto en mis manos.
Es más, dependo de la naturaleza de todo lo
que está a mi alrededor, en especial de aquellos con los que tengo que convivir
todos los días, en todo caso los dioses tienen la culpa por hacerme tan
atractivo para los caracteres explosivos ¿No? Siempre sucede igual: estoy
tratando de portarme bien cuando, de pronto, siento la presencia irresistible;
lo detecto por el olor, por la textura, por el color, mis moléculas se
inquietan cada vez más y más, hasta que me dejo llevar y exploto, entonces, ya
nadie puede detenerme, me abandono al gozo, en ese momento de gozo no pienso en
nada más que ser libre, devorar todo a mi paso ser yo mismo. Después viene la
culpa y el arrepentimiento, pero sólo por un momento porque sé que en cuanto se
acerque un cuerpo explosivo, la historia volverá a repetirse.
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