miércoles, 27 de junio de 2018

Medicina forense ficción

Un técnico forense que lleva más de 15 años en su trabajo, abriendo gente, extrayendo sus órganos y cerrándolas de nuevo, remendándolas como vieja costurera, está tan acostumbrado a su trabajo que ha quedado incapacitado para cualquier otra profesión. Tantos muertos en su haber: toneladas de hombres, mujeres, niños, viejos, gordos, flacos, completos, mutilados, deformes, frescos, podridos…tantos que ya no puede dejar de hacerlo, sus manos son expertas en sentir el frío de los muertos, en extraer órganos escondidos en los fondos del cuerpo.

De un tiempo a la fecha siempre llega a su casa por la noche, camina en ella sin encender un solo foco hasta su habitación donde duerme su esposa a quien no ha visto en todo el día, a quien extraña y sin embargo de un tiempo a la fecha se ha vuelto más y más difícil verla dormir, cada vez puede ver menos como su pecho sube y baja suavemente, como las venas del cuello laten perezosamente; en cambio es capaz de imaginarse como dudaría un segundo en iniciar una incisión desde la base del cuello hasta el monte de venus, a partir de ahí, se imagina, sería más fácil completar el trabajo: separar tejidos, capas de piel, grasa, músculo, hasta llegar a los órganos y extraerlos, se imagina sosteniéndolos, viéndolos, extrañando la vida que llevaban con él; luego piensa que podría titubear más antes de incidir el cuero cabelludo, despegar el rostro como mascara, cortar el hueso y extraer el cerebro para medirlo, pesarlo, sentirlo con el tacto en vez de como lo hacía antes: con el oído y su mente: lo que hacía a su esposa su esposa estaría en sus manos y aun lo amaría. Después de eso, lo sabe, todo sería sencillo, tomar hilo y aguja para cerrarlo todo, tratando de acomodar todo en su lugar, aunque sabiendo que lo que quedaría sería un muñeco vacío incomparable con la que era su compañera.
Al principio, cuando comenzó a darse cuenta de los pensamientos que albergaba, no podía tocar a su esposa dormida por miedo de sentir el frío que tan bien conocía, ahora ya sabe que conforme se acerque a ella podrá escuchar su respiración, podrá ver el subir y bajar de sus senos y sabe que al besarla sentirá su calor, un alivio terriblemente conmovedor que cada vez más frecuentemente lo hace llorar y llorará, y llora.


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Sueño ligero