miércoles, 23 de mayo de 2018

SUEÑOS

Por @yorkieeeee_


–Quiero contarte una historia cariño...
–Claro, dime... –notaste que comenzaba a quebrarme, pero no dijiste más. 

Estábamos a las orillas del espacio, teníamos una casa con un jardín que rodeaba el norte de la estrella. Había nubes al nivel de la cintura, podíamos nadar en ellas al pasar.

Recuerdo que estabas en el columpio más lejano del jardín que por cierto estaba repleto de diamantes, piedras, cuarzos, brillaban muy fuerte y tenue, que apenas era molesto.

–Pero cariño, ¿cómo te atreves a mecerte así? tan bajo. –te grité.
–No, tengo miedo de caer, tengo miedo de volar y no poder sentirme libre. –Llorabas, te estremecías entre el acero que sujetaba el pedazo de plástico que conformaba un columpio. 

Decidí meter las cosas a la casa, un par de prendas y los trastes que utilizamos para tomar algo. Pensé que estabas muy roto y que ni podía hacer mucho al respecto, porque de cualquier forma, yo también lo estoy y eso me rompía más. 

Me puse a recoger las frutas del césped, pensé en hacerte un pastel de frutas. Ya estaba terminando cuando escuché un rasguño al piso, y salté a verte. Estabas cayendo y gritándome al mismo tiempo que fuera contigo.

–¿Vienes? –eso quedó en mi memoría y cuando volteé, tú ya habías saltado a un abismo tan grande que no me dio tiempo de gritar. Salté también. 

Estando a unos segundos de distancia, caes más rápido que yo, comprendo que te hayas dejado ir, pero rogaba para que no me dejaras ir a mí. Escuchaba como tus huesos se apagaron de repente, tu cuerpo había sido silenciado por este espacio tan vacío y bestial. Tenía miedo de apagarme yo también. Cerré los ojos.

–Estamos tan cerca. –Te escuché por dentro, no podía saber cómo lo hacías pero le diste tranquilidad a cada suspiro, traté de apuntarme hacía a ti y dejar suelto este corazon para alcanzarte un poco más, tal vez. 
–Vas muy rápido, trata de sujetarte de mí, no quiero perderte de vista. –Te grité, el sonido seguía sin viajar. Cerré mis ojos, lo volví a gritar, y volteaste, me viste, te detuviste por un segundo y tu sonrisa me dio un respiro; me alentó. 

Pasaron quizá minutos para sentir un miedo intenso en mis venas. Te alejaste nuevamente y desapareciste. Tuve miedo, y me puse totalmente fría, no sabía qué hacer, te fuiste tan rápido que ni pude notar hacía que dirección. Mi cuerpo se estremecía en una horrible ansiedad, incertidumbre de no volver a verte. 

–No puedo, tengo que volver, si sigo tal vez me pierda entre las nubes, y mi esencia quede como una estrella al viento. –Me decía por dentro, trataba de relajarme, darme ese puñito de esperanza de poder llegar. Vi un brillo muy pequeño, me di cuenta que era la fruta del césped. 

En pleno camino, después de haber peleado contra las millones de nubes y haber gritado tu nombre, el oxígeno se acabó, y desgarró mi voz, me sujetó de un suspiro mi alma, y la arrancó por completo, dejándome así, inmersa en soledad y oscuridad. Mi voz había ya rota, la forzaba a gritar, pude sentir como mis huesos tomaron descanso, a pesar de mirar como revoloteaban en medio de nada. Sentí como mis ojos se ahogaban y vomitaban hacia mi cabeza. Sentí como si mis nervios se rompieran y yo escuchará cada crujido.

Sentí un hormigueo en las piernas y mis brazos me jalaron a la cama. Volteé a mi derecha, y ahí estabas, acostado y con todas las cobijas sujetas a tu cuerpo. Te desperté y te golpeé (lo siento mucho por eso), 

–Te suplico que no lo vuelvas a hacer. –te dije mientras te daba pequeños golpeteos en los brazos. Tú ni sabías de qué estaba hablando, sólo entendiste, y abrazaste mi temor, haciendo que se deslizara sobre mis pies, y dejándolo a lado de la cama.
–Por eso anoche...
–Desperté medio llorando, sentí un alivio enorme de verte, pero me quedé con esa horrible sensación de vacío de no tenerte. –me abrazaste y pusiste en mí toda la paz que necesitaba. 

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Sueño ligero