Tlacotepec
“Tlacotepec es municipio es
sede del Santuario del señor de Tlacotepec, el cual es visitado por miles de
personas que llegan caminando desde diversos puntos de la entidad poblana y del
vecino estado de Veracruz el primer domingo del mes de julio de cada año”
Era una tarde soleada de julio, estábamos
cascareando en la calle. Nos sentamos por el cansancio y uno de los ahí
presentes mencionaron que se iban a “Tlacotepec” -¿Tlacotepec?- preguntamos y unos
hermanos nos dijeron que se iban a Tlacotepec de peregrinos, mencionaron que
estaba chido y que se hacían un día caminando. Entre los que estábamos cascareando
estábamos mi hermano, un primo y yo. Le preguntamos más sobre ese lugar y nos dijeron
que ya habían ido antes y que iban muchas personas para pedir algún milagro o
agradecer al santo de ese lugar. Éramos jóvenes, íbamos en la prepa y se nos hizo
fácil decir que nos llevaran. El día de partir era al día siguiente y quedamos
de juntar una mochila cada quien con cosas que supuestamente necesitaríamos. En
la noche de ese mismo día vimos como pasaban personas con mochilas grandes que
iban al lugar y nos dio aún más curiosidad de saber cómo sería, así que
arreglamos todo para irnos al siguiente día. Al otro día los que nos habían contado
sobre el lugar nos preguntaron si en verdad iríamos y dijimos que sí, que ya teníamos
todo listo. Cabe recalcar que esos hermanos eran prácticamente nuestros vecinos,
así que estábamos en contacto, más tarde salieron, nosotros los seguimos y
mencionaron que desde nuestra locación era muy lejos y que era necesario tomar
un autobús que nos dejara cerca del camino. Esperamos al autobús, pero llegó el
papá de los muchachos y por alguna extraña razón nos dijeron que ya no irían,
nosotros (primo, hermano y yo) ya estábamos esperando el autobús y les dijimos
que si iríamos, aunque ellos no fueran. Llegó el autobús subimos y tomamos
lugar hasta el final. Íbamos tres personas en un autobús hacia un destino que
no conocíamos, es más no sabíamos ni donde bajarnos. El autobús iba lleno de peregrinos
y cuando el autobús se detuvo y extrañamente se empezó a vaciar en unas cumbres
nosotros los seguimos. Ya afuera del autobús vimos a mucha gente que venia y
gente que ya iba encaminada sobre una vereda en las cumbres, los seguimos con
nuestras mochilas, íbamos cotorreando, se suponía que era algo católico y que
las personas tendrían que ir muy sería sin echar demasiado cotorreo porque eso
nos dijeron. íbamos caminando sobre un camino de terracería sobre un cerro,
bajo un sol muy fuerte y ni el viento parecía asomarse, pasaron las horas y seguíamos
caminando, el cielo se empezaba a nublar y el viento empezaba a correr, parecía
que quería llover. Veíamos a muchos niños de la sierra que vendían palitos a un
peso -¿Un peso por un palo, para qué lo quiero?- pensaba pero no lo decía,
otros niños pedían algunos dulces y varias personas les regalaban dulces, parecía
que esas personas ya sabían de que se trataba el viaje. Llegamos a un poblado
por seguir a las personas, había veces en que íbamos demasiados en poco terreno
y veces en que las calle iban menos concurridas, pero se notaba quienes eran
los peregrinos por sus mochilas y quienes eran personas locales, solo nos observaban.
La noche llegó y yo ya me sentía cansado de caminar entre calles, terracería y campos,
pero no lo expresaba porque sentía que iba a bajar los ánimos entre mi gente (primo
y hermano). La noche se apoderó del lugar, seguíamos en conjunto siguiendo a
las personas. La lluvia empezaba a arreciar y las personas venían preparadas con
sus impermeables, cosa que nosotros no teníamos, pero entre las casas había
tiendas que vendían bolsas negras, de esas de basura grande, les hicimos un hoyo
en la punta y nos sirvió bastante bien. Pasaban las horas y seguíamos viendo a gente
que nos pasaba, ya no había casa ni nada, solo campo, lluvia, lodo, todo nos
pesaba. Llegamos a un tipo campamento donde las personas se quedaban a
descansar y tomar algún bocadillo para continuar mas tarde su viaje. Nos
quedamos un par de horas y seguimos porque supuestamente en el amanecer ya estaríamos
llegando a nuestro destino, así que seguimos sobre esos terrenos llenos de lodo.
Ya estaba hasta la madre pero no lo decía, supongo que ellos igual. Más
adelante iba un tipo con un palo, y recordé los palos que nos querían vender y
lo necesarios que eran en un terreno así. El vato iba cojeando, y nos dijo que
por favor no lo dejáramos y pues, aunque quisiéramos íbamos al mismo paso, el
vato iba cojeando por un accidente de moto y le iba a dar las gracias al santo
por que seguía con vida. Ya estaba amaneciendo y ya no había nadie por los caminos,
pasó lo peor, estábamos perdidos, caminamos más horas, ahora éramos cuatro
personas perdidas buscando los caminos, pasamos por un panteón en medio de la
noche y por la mañana llegamos a dar a una carretera federal o algo así, se
había hecho la luz, teníamos un camino donde no había pierde. Pasaban las personas
y nos decían que era por allá y señalaban a lo lejos y las horas pasaban y
pasaban ya era el medio día y nada, el cojo se quedaba cada vez más atrás pero
nos daba lastima dejarlo solo así que decidimos subirlo a una camioneta o carro
particular pero uno de nosotros lo acompañaría, le dejamos a la suerte y el que
lo acompañó fui yo. Nosotros (el cojo y yo) nos quedamos a esperar algún vehículo,
mientras ellos seguían caminando porque el cojo de plano ya ni podía con su
alma. Tardó un buen rato en pasar una camioneta y nos dio un aventón. La
camioneta iba deprisa y se me hizo raro no ver a mis carnales -¿Habrán ido muy
deprisa?- Pensé mientras observaba por todos lados si los veía. La camioneta
nos dejó ya muy cerca del lugar, solo teníamos que caminar como 10 o 15 cuadras.
Me sorprendió saber que nunca vi a mis carnales, llegamos a la iglesia
cansados, enlodados y con hambre. Había cientos de personas en los alrededores pero
al fin habíamos llegado a la iglesia de Tlacotepec. Solo trataba de encontrar a
mis carnales, ellos llegaron como a las dos horas, con picaduras de abejas, pero
bien. Nos sentamos en el suelo y yo me quedé dormido, desperté por las
campanadas de la iglesia y vi que había misa para los feligreses, mis carnales
seguían dormidos. Despertamos y nos fuimos a la parada para volver, de la
iglesia hacia nuestro pueblo salían autobuses y afortunadamente llevábamos para
volver. Al volver nos regañaron por irnos sin avisar, al primo lo regañaron aún
más porque era mormon (o algo así), al cojo lo perdimos en la iglesia, mis
carnales regresaron al siguiente año pero yo no pude porque me operaron del apéndice.
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